En Dystopie todos execran de la propiedad privada, pero secretamente trabajan para obtenerla. Todos detestan las diferencias, pero siempre buscan ser especiales. Todos odian el dinero, pero una vez obtenido nadie lo regala. Todos aborrecen la religión, pero abrazan sus propios dogmas inventados día a día. Todos ignoran la política, pero durante toda la vida no hacen más que votar a los mismos líderes que se alternan el poder entre ellos. Todos consideran que el estudio es lo más importante, pero odian las calificaciones.

En Dystopie cada uno puede ser cada cosa que se le ocurra y dejar de serlo. Un lugar en donde la intolerancia no está permitida, excepto la intolerancia al intolerante. Y desde el centro de ese lugar truculento, una torre invisible de marfil 'protege' a toda su población.